domingo, 18 de noviembre de 2007

Remakes y debates

Hollywood perdió el norte, y los clásicos lo pagaron, así que hoy en día la nueva forma de explotación que sirve a los altos cargos del planeta más significativo y extravagante de EEUU no es otra que la del remake. Para definir los remakes se podrían mediar distintas clasificaciones dependiendo del director que los lleve a cabo, pero principalmente un alto porcentaje iría destinada a la clasificación de los jetas, esos señores que, por sacar cuartos de donde no los hay, se dedican a plantear y rehacer ideas que, estaban bien como estaban, y no podían dar más de sí. De todos modos, me esforzaré un poquito y realizaré una instantanea clasificación sobre estos sujetos:

Van Sant dijo que era por amor al arte, yo dije que le mataría, pero aun no lo he logrado.

a) Productores de remakes con mucha jeta: Estos individuos, tan aferrados al dollar como buen americano que se precie, agarran cualquier clásico de entre los clásicos (ejemplos: "Dial M for a Murder" -"Crimen perfecto"-, "The birds" -"Los pájaros"-, "Invasion of the body snatchers" -"La invasión de los ladrones de cuerpos", "Yojimbo", "Sichinin no samurai" -"Los siete samurais", etc...), y lo desgracian sin dudarlo ni un segundo. Da igual que sea encubierto o no, la cuestión es sacar pasta, como mandan los cánones.

b) Productores de remakes con más jeta que espalda: Este caso ya es más flagrante, pues no es otro que el de tipejos que compran ideas por doquier sobre películas cuyo estreno es anterior a los 10 años ("Oldboy", "Infernal Affairs" -"Juego sucio"-, "Funny games", etc...) y, como no, suscitaron mucha polémica y buena crítica. Pues lo dicho: ¡Cajón!

c) Productores de remakes autofinanciados y que pretenden aportar algo: Que luego sea cierto si aportan o no, es algo distinto, pero estos por lo menos ven la posibilidad de hacer llegar a un público más extenso su propia versión de una película posterior o no tan posterior... Ejemplos claros serían la antes citada "Funny games" (que estaría dentro de ambos grupos, por estar tras ella los de siempre, con más jeta que espalda, pero también el propio director del original, Haneke, intentando dar a conocer su peli a más gente) "The Red Circle" (versión de Johnnie To sobre "Le cercle rouge" -"El círculo rojo"- de Melville) o la, aún por estrenar, "Halloween" ("Halloween, el origen"), que Rob Zombie decidió reavivar con la intención de dar su propia versión y un poco de salsa al asunto.

¿Alguien se imagina a Nicolas Cage interpretando a este tipo? Me entran cagarrinas con tan sólo pensarlo.

Dirigiéndonos a este último ejemplo, y si algo puede que suscite el nuevo remake del polémico Rob Zombie sin ningún lugar a dudas, amen de los abucheos de sus detractores y las alabanzas de sus fans, será el debate. Debate sobre si Zombie ha logrado cuajar un producto a la altura de las exigencias de cualquier fan del clásico Carpenteriano, o sobre si sigue su camino marcado en la brillante "The devil's rejects" ("Los renegados del diablo"), adentrándose en esta ocasión en las entrañas del, quizá, más grande psycho killer de la historia del cine.

Entrando en matería, los argumentos a favor y en contra de Zombie arremeterán como vendavales contra este film: Por un lado, hallamos multitud de guiños que, ya no sólo se encuentran contextualizados en el original, sino también en alguno de los productos que ofrecería la saga más adelante, descubriendo hechos sobre el origen de Michael Myers, por otro lado nos topamos con algunos acontecimientos que no contentarán, para nada, a los fans del ya mentado clásico, pues ni la infancia del personaje motor de esta saga resulta tan inquietante como para anidar esa psicosis (más bien es típica en la versión que nos ofrece Rob), ni el final agradará a muchos, por dar al traste con un protagonista tan bien definido y tratado como Myers.
De todos modos, servidor por suerte ha visto dos versiones (una en Sitges y otra, supuestamente, versión comercial), así que sólo puedo estipular que ambas tienen sus fallos y aciertos (en una la huida de Myers es más sencilla y no tan recargada, pero el final más flojo, en la otra se aluden cosas interesantes, etc..), pero que ambas contribuyen, también, a formar otra parte más de ese mosaico dedicado a tan gran personaje, aderezando de nuevo una saga que desde "Halloween IV" (la última parte que resultó ser decente) estaba muerta.

El artífice de la nueva "Halloween", Rob Zombie

Lo único que le discutiría yo a Zombie, es que aunque, dentro de lo que cabe, se medien cambios en la personalidad de Myers, lo que jamás debería haber desviado hacía otros caminos es la forma de actuar de este peculiar psycho killer, pues todo ese aseptismo y premeditación que caracterizaban al personaje, aquí desaparecen de un plumazo para mostrarlo de un modo más embrutecido, directo y contundente, cosa que a mi no me ha hecho excesiva gracia, para qué mentir.

En defintiva, el debate está servido, y Rob lo modera, a partir de este momento, tanto fans de una saga como de un director podrán saltar a la palestra, pero yo me quedó, sin meditarlo, con el interés que me suscita la versión particular y personal de un señor que cada día logra encandilar a más fans tras de sí. Por algo será, digo yo, cuando no sólo los jevis y metaleros le sirven de estandarte.

"Pero si antes les mataba yo a puñaladas... ¿ahora son ellos los que me quieren matar a mi?"

miércoles, 3 de octubre de 2007

Hollywoodland

Hollywood, o la máquina de los sueños engrasada a base de cheques extraorbitados. Hollywood, o el lugar que escogen decenas y decenas de cineastas cada año para medrar artísticamente (o no). Hollywood, esa tierra que atrae a desconocidos y curiosos en busca de nuevas experiencias o de llegar a un cine más presupuestario, menos arriesgado y más complaciente.

Sin duda alguna, sino todos, la mayoría de realizadores que aparecen en Europa, el continente asiático o demás paises de la misma afluencia cinéfila -a nivel de propuestas y artistas salidos de ellos- (quizá merecería la pena destacar algunos como Canadá, Australia o Nueva Zelanda), terminan, por un nada extraño motivo, pisando tierras estadounidenses, ya sea pronto o tarde.
Los ejemplos son evidentes y están a la vista de cualquiera, ya hablemos de pasado (Fritz Lang, que bien pronto saltó al otro lado del charco con su "Fury" -"Furia"-, Murnau, que lo hizo al final de su carrera con "Sunrise" -"Amanecer"- o otros tantos como Louis Malle, Alfred Hitchcock, David Lean, Max Ophüls, etc...) o presente (Jean-Pierre Jeunet con su "Alien: Resurrection" -"Alien: Resurrección"-, Jean-Jacques Annaud gracias a "Seven years in Tibet" -"Siete años en el Tibet"-, o los nada desechables Danny Boyle, Alejandro González-Iñárritu, Guillermo del Toro, Jim Sheridan, Alfonso Cuarón, Neil Jordan, Ang Lee etc...) y, como no, de futuro.

Y como el futuro siempre resulta algo más prometedor que el presente y el pasado, porqué no dedicarle unas lineas de más.
Si nos sumergimos en todos esos autores que han ido sobresaliendo últimamente gracias a sus trabajos, ya fueran más curiosos, conflictivos o sencillos, podríamos fijar un eje y destacar, ante todo, esos que han sabido provocar unas expectativas tras su figura, como sería el caso del controvertido Michael Haneke, la reflexiva Susanne Bier o el serio Olivier Hirschbiegel.
El primero de todos los casos, no es otro que el de un cineasta que lleva ya casi dos décadas vertiendo reflexiones entorno a una sociedad cada vez más corrompida y atada a los nuevos tiempos que, en este caso, realizará un remake de uno de sus films más rompedores como es "Funny games" y que contará con la presencia de grandes intérpretes como Naomi Watts o Tim Roth, mientrastanto, el segundo caso, el de la danesa Bier, es el de una realizadora que ha querido llevar esos dramas siempre teñidos de una pizca de controversia al otro lado del charco y que, en su afán por seguir dando un gran rendimiento como hasta ahora, ha echado mano de otros grandes como Benicio del Toro o Halle Berry, en último lugar, muy distinto es el caso de Hirschbiegel, ese director bávaro que sorprendió tanto con su "Das experiment" -"El experimento"- como, a posteriori, con "Das untergang" -"El hundimiento"- y que, últimamente, fue reclamado para rodar el remake de "Invasion of the body snatchers" -"La invasión de los ladrones de cuerpos"- (cinta que, a su vez, ya había sido versionada en dos ocasiones más: La primera a cargo de Philip Kaufman y su "Invasion of the body snatchers" -"La invasión de los ultracuerpos"- y la segunda por parte de Abel Ferrara, en un trabajo mucho más personal con "Body snatchers" -"Secuestradores de cuerpos"-), un remake que, si bien llevó a cabo, y en una maniobra del todo habitual por no hallar la suficiente acción demandada, fue obligado a repetir en según que secuencias para añadir más acción de la que ya se hallaba en la versión del alemán y que, finalmente, fue retocada por James McTeigue (el responsable de "V de Vendetta").

¿Ahora a los directores les ha dado por estropear sus propias pelis remakeandolas en USA?

Dejando atrás quizá los casos más destacables, también cabría echar una mirada hacía otros como los del reputado hongkones (gracias a esa "Infernal affairs" -"Juego sucio"- con remake estadounidense por Scorsese en "The departed" -"Infiltrados"-) Wai Keung Lau, que ha sido el encargado de dirigir "The flock" -"El caso Wells"- (que se estrenará en Sitges dentro de una semana) con Richard Gere y Claire Danes, el neozelandés Andrew Dominik, que si bien con su debut "Chopper" no generó suficientes expectativas, sí lo está haciendo con "The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford" o, en último lugar, el laureado Terry George que dentro de unos meses estrenará "Reservation road" con Joaquin Phoenix y Jennifer Connelly.

Sí, otra vez "The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford". Estoy pesadito con la peli. Y?!?!?

De todos modos, puede que el caso más curioso provenga de unas tierras como las húngaras, lugar donde nunca se han prodigado en exceso y en el que, probablemente, Bela Tarr ha sido uno de sus más destacados cineastas. Pues bien, de Hungría provienen dos de los tipos que más sorprendieron con sus óperas primas, el en múltiples ocasiones director de fotografía Lajos Koltai ("Malèna", "Sunshine" de Szabó o "Being Julia" -"Conociendo a Julia"- son algunos de sus trabajos como fotógrafo) que ahora vuelve con "Evening" ("El atardecer") después de haber sido ovacionado por su "Fateless" ("Sin destino") o Nimród Antal, otro que sorprendió con su "Kontroll", ha rodado este año "Vacancy" ("Habitación sin salida") ya en USA, y tiene apalabrado otro proyecto ("Armored").

Una de esas rarezas que, sólo por curiosidad, merecen ser vistas

En este caso, habría que dirigirse a la obra del primero para darnos cuenta de que, por muy laureado que se pueda salir, la cosa no es tan fácil, y que la forma no hace el fondo. Es decir, Lajos Koltai sigue cayendo en el mismo error que en su primera obra desechó un trabajo que podría haber sido interesante y lo tiró por la borda debido a unas intenciones que no terminaban de ser del todo honestas y a un resultado que, una vez concluido, no calaba como se supone que debiera ser normal en una propuesta de las características de "Fateless".
Pero bueno, si nos sumergimos de lleno ya en "Evening", podríamos decir que su principal error, amen de el ya comentado (forma no es fondo), es el de querer conducir su relato a través de un doble hilo de narración, uno situado en el presente y otro situado en el pasado a modo de flashback, y es que el hecho de que uno pese mucho más que el otro, ya sea por una presencia de intérpretes más volcados, un vigor más patente en pantalla o una historia muchísimo más estimulante, hace que decrezca el relato que, en un principio, debería ser principal, pues es a través del cual se narra la segunda historia.

Puede que la mejor virtud de "Evening" sea la de no resultar una cinta pesada o cargante pese a su abultado metraje, ya que toda esa amplia presentación de personajes y esas historias que se siguen con suma naturalidad, otorgan un plus al conjunto que, de no ser por ello, quedaría en un cúmulo de subtramas de tintes dramáticos mil veces vistas.

Hugh Dancy, una de las pocas revelaciones de "Evening"

Por otro lado, la incorporación de intérpretes tan prometedores como Hugh Dancy o Patrick Wilson, o de actrices tan interesantes como Claire Danes, ofrecen un punto de sugestividad y, en especial el primero de ellos, con su brillante aportación, dan un aplomo mucho más constante a lo largo de todo el trayecto por el cual Koltai deshilbana su film.
Vamos, que el húngaro lo único que ha hecho es emigrar con sus virtudes y sus defectos al otro lado del Atlántico y parece que la cosa no ha funcionado. Esperemos a ver, en un futuro.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Enchufados

El enchufe, ese invento tan bonito y funcional, cuyo nombre ha sido manipulado y empleado para mentar a todos aquellos que, a la larga, y gracias a un bonito apellido, han logrado salir a la palestra.
La lista es larga, y si empezamos por la zona alta, podemos encontrar nombres tan significativos como los de Douglas, Cassavetes o Poitier. El primero, Kirk, uno de esos grandes actores que hizo mella, trabajó con los mejores (Kubrick, Wilder, Premminger, etc..) y marcó una época, el segundo reconocido realizador norteamericano y el último uno de los mejores actores negros de todos los tiempos. Tras ellos, una generación que ha ido apareciendo año tras año, desde el ya veterano Michael Douglas, que nunca ha llegado a ser una sombra de lo que fue su padre, hasta la recientemente aparecida Sydney Tamiia Poitier, sin olvidar, claro está, al irregular Cassavetes Jr. (AKA John Cassavetes) que nunca ha sabido darle un cauce adecuado a su carrera, o a Zoe R. Cassavetes, debutante en la realización este mismo año.
Tampoco habría que olvidar en este apartado, al mítico Charles Chaplin cuya descendencia (Geraldine Chaplin, en este caso) ha resultado tener una carrera mucho más infructuosa que él, puesto que su hija sólo se ha dedicado a desarrollar su rol de actriz y nunca se ha atrevido con la realización.

"El gran humorista", Charles Chaplin

Si nos acercamos a epocas más venideras, podríamos observar como el caso ya no ha afectado sólo a las relaciones padre-hijo, y todo ello se ha extendido también a los hermanos/hermanas, como podría ser un buen ejemplo el de Matt Dillon, cuyo hermano (Kevin Dillon) ha terminado también ante las pantallas cinematográficas, el de Ralph Fiennes, que también ha dejado el rastro de su hermano (Joseph Fiennes) tras él, o Alec Baldwin, que junto a Daniel Baldwin, Stephen Baldwin y William Baldwin se erige como uno de los ejemplos más significativos.

¿Existirá una máquina para clonar Baldwin's? (de izq. a der.)
Alec Baldwin - William Badlwin - Stephen Baldwin - Daniel Baldwin

Luego estaría el caso de esos enchufes del todo infructuosos, y no por la calidad del producto en la que se inmiscuía el enchufado, sino por la calidad interpretativa en si misma. Quizá algunos de los ejemplos mentados arriba serían buena muestra de ello, pero los casos más visibles podrían ser los de Angelina Jolie (hija de John Voight y actriz cuyos logros no han ido demasiado lejos a día de hoy) o Ben Affleck (actor que, ya de por sí limitado, además ha dejado tras de sí a su hermano, Casey Affleck, que todavía da para menos).
La cuestión, quizá, sería remontarse a uno de los mejores artesanos de toda la historia del cine, a ese director que ha creado encumbrados films como "The godfather" ("El padrino") o "Apocalypse now", para darse cuenta de que aquí se hallan los ejemplos más improductivos de todos.

Coppola, enchufes a domicilio

Allá por los años 80, Nicolas Kim Coppola (AKA Nicolas Cage que, según dice, cambió su apellido para que nadie le viese como un enchufado) realizó varias películas con el tito Francis Ford que le reportaron fama, logrando a continuación unos cuantos papeles buenos más y terminando en un bucle de material ínfimo que parece no tener fin. Décadas después, en los albores del nuevo milenio, apareció la hija pequeña de la familia que, en un intento por resultar lo más moderna y cool posible, realizó dos films como "The virgin suicides" ("Las vírgenes suicidas") o "Lost in translation", erigiéndose así con una legión de fans y siendo subvencionada por papi Coppola. En último lugar, y el más sorprendente de todos los casos, ha sido el de Roman Coppola (hijo también de Francis Ford) que, lejos de intentar con trucos vacuos y desprovistos de calidez alguna levantar su cine, lo hizo realizando aquello que más gusta a los cinéfilos: Homenajear.

Algunos de los momentos más curiosos de "CQ" que destapan las intenciones de esta película

Así pues, y si nos sumergimos en "CQ", el primer largometraje de Roman Coppola, podemos identificar rápidamente dos fuentes de las que bebe con total claridad: La primera, ese pequeño tributo a la "nouvelle vague" francesa ergido gracias a su personaje principal, su pequeña cámara y ese blanco y negro que tanto nos recuerda a los trabajos de Truffaut, entre otros (incluso, si observamos algunas de las imágenes de "CQ", podemos ver directos homenajes a este realizador francés, como uno al cartel de "Domicile conjugal" -"Domicilio conyugal"), la segunda, a toda esa ristra de cine setentero de lo más kitsch, minimalista y curioso que adornaba las propuestas de sci-fi más interesantes del momento, todo ello introducido en el material fílmico que rueda el protagonista de la cinta, dejando momentos para el recuerdo.
Puede que el trabajo de Roman Coppola no sea más que eso, una ofrenda a todo aquello que le marcó durante su juventud, pues tampoco posee un guión excesivamente rebuscado e, hilando fino, podría decirse que su trama base no tiene demasiado jugo, pero ahí reside quizá una de sus principales armas, ya que aprovechando esa misma situación que genera la idea inicial (un montador que pasa, casualmente, a ser realizador sin comerlo ni beberlo) decide homenajear de modo general todos esos ámbitos relacionados con la cinematografía que deberían considerarse más puramente importantes, y es donde logra la simpatía y, en parte, el calado.

Roman Coppola, artífice de la propuesta

Contar con un plantel donde hallamos actores como Gerard Depardieu o Giancarlo Giannini, y acompañarlo de promesas como Jeremy Davies (el protagonista) o Jason Schwartzmann (otro que proviene del clan Coppola) no es más que otro rotundo acierto, debido a que unos ofrecen la compostura y la experiencia y otros intentan desatar su carácter, empezar a buscar un camino por el que arrancar en esto de la interpretación, logrando así un contrapeso suficientemente inteligente como para que todo encaje a la perfección.
La lograda fotografía de la que hace uso en ocasiones, las peculiares piezas musicales que acompañan este ejercicio y el uso de unos decorados logradísimos, sólo vienen a reforzar esta sugestiva cinta que agradará a todos aquellos que sepan identificarse con este arte y a los más curiosos que gusten de nuevos retos.

jueves, 20 de septiembre de 2007

La huida

Burn, Hollywood, burn

Los tiempos cambian, y en Hollywood los atisbos de originalidad quedan enterrados bajo toneladas de vulgares hornadas de tópicos y pueriles fotocopias que se suceden una tras otra, sin dar tregua al espectador. Y con las décadas venideras, también desaparecieron géneros que tanto llegaron a prodigarse como la ciencia ficción, el western o el cine negro, dejándonos en una oleada de terror juvenil a base de subidones de volumen, comedia escatológica que se jacta de ello o dramas anodinos con caras conocidas que lo único que hacen es poner el caché sobre la mesa y pasar por caja, sin más.
Así que, no sólo es difícil encontrar quien trabaje bien y logre buenos resultados escogiendo sus propuestas en planet Hollywood, sino también observar una carrera ascendente tanto en directores como actores, que si bien antes se veía muy a menudo, parece que entrados en esta nueva era, han cambiado las tornas: Ahora ya no hay ascendencia, sólo popularización, popularización que lleva a firmar cada vez propuestas dirigidas al público menos exigente, más comercial, y que evita rotundamente que el estilo del realizador en sí se sobreponga a todos esos parámetros que fijan los productores que buscan arrancar un buen pellizco.
Buen ejemplo de esto último, son cineastas que se han prodigado a lo largo de tantos y tantos años, y que ahora decepcionan a su público más fiel con cintas que son meras intentonas de volver a cosechar la fama que tuvieron antaño. Puede que los casos más visibles sean los de tipos como Steven Spielberg, vendido a la industria desde hace años, Ridley Scott, que perdió el rumbo tras dejar una obra maestra como "Alien", o Tim Burton, cuyos últimos films, pese a cosechar mínimamente buenas críticas, jamás han vuelto a estar al nivel requerido, ni mucho menos, tras su ínfimo remake de "Planet of the apes" ("El planeta de los simios").
Sin embargo, quizá es mucho más flagrante el caso de otros directores que siempre han dejado su huella en todo aquello que han tocado, y que la han ido perdiendo con el paso de los años, quedando aquí patentes ejemplos como el de Quentin Tarantino (venido a menos desde que inició su periplo de particulares homenajes a todo aquello que siempre le ha gustado, es decir, desde "Kill Bill"), Brian de Palma (uno de esos que, fuera de su terreno, parece no sentirse cómodo, y no se ha cansado de firmar proyectos mediocres y flojos año tras año), Peter Jackson (que ha pasado del gore más supuestamente divertido -y digo eso, puesto que todavía me quedan varios trabajos suyos por visionar de su primera etapa- a los paseos interminables y videocliperos por Nueva Zelanda), Sam Raimi (que tras abandonar su épica trilogía y un par de series B más se ha movido con desidia de un género a otro sin volver a atinar plenamente) o Martin Scorsese (que, no contento con un poco más que interesante biopic y un pueril espectáculo en la New York del siglo IXX, ahora se dedica a realizar remakes de films que ya estaban bien como estaban, aunque algo positivo hay que destacar: Como mínimo, tras su otra faceta, produce interesantes documentales que nunca vienen de menos).
Más retrasados quedan otros cineastas como los hermanos Coen (cuyas comedias, quizá han rendido a un nivel decente, aunque es algo que no deja de suponer su venida al cine más comercial) o como Kevin Smith (que, tras "Chasing Amy" -"Persiguiendo a Amy"- no había vuelto a atinar hasta "Clerks 2").

Dos de las películas que dejaron al destape a tres de los genios creativos de los 90:
"Dogma" (Kevin Smith) y "Intolerable cruelty" (Joel & Ethan Coen)


Dejando de lado todos estos casos hallamos los de intérpretes que, sin saber porque, han decidido huir de Hollywood ya sea para embarcarse en nuevas experiencias o, quizá, para salir de la monotonía argumental que reina en el hall de la fama, siendo los ejemplos más patentes actores como Nicole Kidman (quizá una de las que más se ha movido, desde el "Dogville" de Von Trier hasta "Los otros" de Amenabar, pasando por el "Moulin rouge" de Bazz Luhrmann o "The interpreter" -"La intérprete"- de Pollack e, incluso, "Eyes wide shut" del maestro Kubrick), Gabriel Byrne (colaborando con grandes como Billie August con "Smila" -"Smilla, misterio en la nieve"- o David Cronenberg con "Spider", sin dejar atrás directores fiables como el casi nóvel Ray Lawrence, con el que rodó "Jindabyne"), la jovencísima Natalie Portman (que ha llegado a rodar en Israel con Amos Gitai, "Free zone" -"Zona libre"-, o en Hong Kong y pendiente de estrenar con Wong Kar-Wai, "My blueberry nights", sin dejar de lado colaboraciones como las de Milos Forman ("Goya's ghosts" -"Los fantasmas de Goya") o su pequeña participación en "Paris, je t'aime") o el polifacético Tim Robbins (que ha trabajado en lugares como España, con Coixet en "La vida secreta de las palabras", o Inglaterra, con Winterbottom en "Code 46" -"Código 46"-).
Dejando de lado casos tan prolíficos como los de estos intérpretes entre otros (como Matt Dillon y su "Factotum", por nombrar algo más), están aquellos que, incluso huyendo de Hollywood no logran encontrar su rincón, como Harvey Keitel con las mal recibidas por el público "One last dance" ("El baile de la muerte") o "The bridge of San Luis Rey" ("El puente de San Luis Rey"), entre otros.
Por último, podríamos hallar los que han sido más avispados que nadie y que, además de emigrar para dar rienda suelta a sus aptitudes interpretativas, han sabido escoger y rodar fantásticos anuncios, como el caso del reputado por sus peluquines Nicholas Kim Coppola (AKA Nicolas Cage), siendo todo un ejemplo de versatilidad artística y dejando perlas como las siguientes:

Nick cantando: http://www.youtube.com/watch?v=-MnStG1u7-I&mode=related&search=
Nick bailoteando: http://www.youtube.com/watch?v=oHwhQyiefFw&mode=related&search=
Nick poniendo caretos: http://www.youtube.com/watch?v=94GA5Sgz7JA&mode=related&search=

"Que bien me queda mi nueva peluca de ratas japonesas. Sayonara, amigos"

En definitiva, todo un crack el amigo. Esperemos que su próximo trabajo sea con el señor de los avernos, herr doctorr.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Uwe Boll's return: BloodRayne in the vein

Tras más de un siglo de arte cinematográfico, muchos han ideado sus listas de mejores películas de la historia del cine, constando en estas films como "The godfather" ("El padrino"), "Citizen Kane" ("Ciudadano Kane") o "Psycho" ("Psicosis"), entre otras, sin embargo, muy pocos son los que se han parado a reseñar esas películas que, por su infame calidad o por sus cutres medios, han sido apocadas al lugar más bajo, entre los trabajos de Ed Wood y la perspicacia de Álvaro Sáenz de Heredia.

"Plan 9 from outer space" de Ed Wood, la elegida como peor película de la historia del cine.

Si hablamos del primero de ellos, está claro que hablamos del peor cineasta que haya pisado la faz de la tierra, o eso dicen, como también comentan que su "Plan 9 from outer space" ("Plan 9 del espacio exterior") es una de las peores películas jamás rodadas, sin embargo, no contaban muchos con la aparición de un personajillo llamado Uwe Boll, que emergió de entre los bávaros, y se hizo con el patrimonio de la caspa y el bochorno heredados por Ed Wood como si nada.
Pero no sólo ello, Uwe Boll además, ha sido todo un renovador de géneros, el tipo que inventó el tiempo bala (sí sí, ni Wachowski ni nada..), el que decidió añadir el bakaleo a las persecuciones con 'bullet time' incluido y el que puso de moda las pelucas de Ben Kingsley. Todo un hito.

Una de sus propuestas en su particular y constante renovación del cine: Añadir momentos de un videojuego a los films que rueda.

Si nos acercamos a su poco extensa, pero no por ello menos fructífera, filmografía, podemos hallar obras como "Sanctimony" ("Siniestro"), donde empezó a usar su querido 'bullet time', "House of the dead", en la cual abundaban las rampas para lograr saltos, los pedazos de videojuego añadidos a las secuencias sin orden ni concierto, los diálogos veraces y complejos, diálogos tales como:

- "Todo esto debe tener algún tipo de explicación científica"
- "Liberty tiene razón"
- "Pero, ¿por qué? ¿por el agujero de la capa de ozono? ¿por no usar protección solar? Ruby... admítelo, son zombies pura y llanamente..."

Y, como no, los personajes estupefactorios, entre otras cosas, claro y, en último lugar, "Alone in the dark", film en el que empezó a destaparse como un auténtico cinéfilo, ofreciendo guiños a "Evil dead", entre otras propuestas y mostrándonos la ya mítica camiseta de tirantes de Christian Slater, que merece un lugar en el paseo de la fama Hollywoodiense, al lado de su estrellita, o los tiroteos mareantes sin posibilidad alguna de entender algo de lo que sucede. Ni Tony Scott, vaya.

La famosa peluca de Kingsley en "BloodRayne". Casi es más famosa su aparición que la del propio actor.

Si nos acercamos a sus cintas que aún no han pisado nuestro país, a parte de "BloodRayne" que sí lo hizo (donde, además de poner de moda las pelucas de Kingsley, logró el nada desdeñable objetivo de endosarle una peluca con forma de boina a Michael Madsen sin que este le mordiese la oreja), podemos toparnos con futuras joyas pendientes de estreno como "In the name of king: A dungeon siege tale", "Seed", la prometedora "Postal" o "BloodRayne 2: Deliverance". Esta última, es precisamente la que nos ocupa hoy, dado que, pese a no haber pisado nuestro país, las obras de Boll vuelan en cuanto son puestas en liza.

En "BloodRayne 2: Deliverance", cinta rodada íntegramente en Canadá, pero no porque a Boll ya no le financien en EEUU, sino porque él ha querido, hallamos pues una especie de homenaje en forma de coreografías cartón piedra, personajes dantescos y sin sentido del ridículo, y diálogos divertidísimos que sólo podía llegar a mezclar en un western vampírico este genio alemán.
Un homenaje, donde sin previo aviso, vuelan mesas, las botellas son rotas contra estas y las armas son desenfundadas con total soltura.
Ante todo, hay que reconocer que el maestro Boll se ha superado, y que ha dejado atrás facetas de su cine más carismático como el polvo por toda la cara o el bakaleo a todo trapo mientras el tiempo bala hacía su aparición.
Aquí ni hay bakaleo, ni hay polvo por toda la cara, ni hay tiempo bala, pero por contra, Uwe ha sabido (por así decirlo) mezclar dos géneros que tan pocos se habían atrevido a mezclar (quizá el maestro Carpenter en su infravalorada "John Carpenter's Vampires" -"Vampiros de John Carpenter"-) y sacar un resultado que va más allá de lo esperpéntico, que hasta resulta curioso, gracioso y bonito de ver, porque ahora Boll se ha puesto serio, y no hay cuartel, aquí palman hasta los críos si es necesario.

'Raging Boll' contra uno de sus detractores. Este pilló lo indecible.

Sobre los diálogos, no puedo hablar, pues debería tener un master en filosofía para analizar frases como "He matado a 17 hombres, sin contar chinos e indios" o símiles.
Lo que no hay que ser muy avispado para analizar, es el hecho de que en Canadá se montaban unas parrandas que pa qué. Y quien no me crea, que atienda bien: La escenita donde dos indios cruzan por delante de la cámara con toda la cara de "vamos a tomarnos unas cañas y unas bravas a muerte" los delata. Pero aun y así, yo sigo deleitándome al observar esta obra cumbre de nuestro cineasta favorito, de este apreciable amigo nuestro que es capaz hasta de propinar unas caricias a los rostros de sus atinados críticos, o de pedir nosecuantos millones para participar como extra en una de sus nuevas joyas.
Y para colmo, por si fuera poco, al principio observamos como él, ávido de nuevas experiencias, intentaba dar un paso más allá: Quería realizar un western vampírico basado en la doctrina 'Dogma', y claro, la cámara se mueve de aquí para allá, y de allá para aquí.. y tu terminas con una gran sonrisa, de esas que sólo él sabe arrancar.
Ahora, sólo queda esperar al estreno de ese peliculón que será "Postal". "In Boll we trust"

Uwe destila carisma por los cuatro costados, sin duda alguna.

martes, 11 de septiembre de 2007

La serie televisiva actual: Sobrevaloración al poder

Actualmente, la dinámica por realizar cada vez series cuanto más innovadoras y originales de cara al espectador, nos ha llevado a encumbrar un cúmulo de productos televisivos, que diseminados con algo de calma, no darían para mucho más que un rato de entretenimiento durante las tardes aburridas de domingo.
Sin embargo, muchos de estos productos que rozan una calidad, no ya ínfima, sino pésima, y seguramente puedan dar gracias sus artífices de estar situados donde están, siendo el doble de mitificadas que series de anteriores epocas que, posiblemente, no tuvieron ni la mitad de éxito o difusión que estas mediocridades sobrevaloradas.

Wisteria Lane, cinco pijas desesperadas y una comunidad repleta de secretismo y tontería

El colmo de esa sobrevaloración, se la llevarían series como "House M.D." o "Desperate Housewives" ("Mujeres desesperadas"), cuyas expectativas no sobrepasan las de otras muchas series repetitivas y burdas que han sido puestas en su lugar, pero que gracias a su pretendido mordiente, han alcanzado una fama inmerecida y totalmente anómala.
El caso de la primera, quizá no es tan flagrante como el de la segunda, puesto que desde un buen principio se puede sostener sin posibilidad a equivocarse que "House M.D." es una serie sustentada gracias al cinismo y la mordacidad de su personaje tras el cual, sin embargo, hallamos tramas de lo más inverosímiles y un esquema tan redundante como cargante a lo largo de sus distintos episodios, a través de los cuales termina importándote un comino que le suceda al doctor House y su supuestamente iriente ironía, a sus pacientes, y a todo su equipo médico.

¿Para qué tanta gente en la foto si aquí el único que mola es House?

Si hablamos de "Desperate Housewives" ("Mujeres desesperadas"), la cosa ya es más desesperante todavía (valga la redundancia), pues en ella lo único que se puede hallar, amen de algunas actrices de buen ver, son sobreactuaciones a cada cual más infame, tramas sobre secretos, mentiras y demás enseres que alcanzarían para cualquier telenovela de sobremesa y unas situaciones del todo ridículas, que además resultan inverosímiles y no son más que un cúmulo de chorradas para imprimir ese supuesto ingenio que los guionistas parecen querer darle.


En segundo plano, y aunque ya resulte menos actual, hallaríamos "Buffy the Vampire Slayer" ("Buffy Caza Vampiros"), un producto tan desdeñable como cargante que, inexplicablemente, se ha hecho con multitud de fans en nuestro país y ha sido sobrevalorada hasta el hartazgo en su lugar de origen, pero que en el fondo no pasa de ser una serie que podría estar realizada por cualquier chapuzas Hollywoodiense, de esos que tanto predominan en el terreno de la acción, ya sea por su estética desfasada y cutre, por tramas poco o nada trabajadas, que no dan demasiado para la imaginación o por personajes trazados a brocha gorda que no aguantarían ni un asalto siendo diseminados con calma.
Acompañando a un producto como "Buffy the Vampire Slayer" ("Buffy Caza Vampiros"), hallariamos otras gotas que colman el vaso, como la sobredimensionada "CSI", donde las tramas en ocasiones irracionales, que rozan la absurdez, y el montaje videoclipero y vulgar parecen ser sus mejores bazas, o la inverosímil "Without a Trace" ("Sin rastro"), cuyos diálogos son de una calidad lamentable, amen de mostrar constantemente las limitaciones de una serie que resulta tan forzada como pobre.
En el último lugar del panteón, se hallarían cosas como "Brothers & Sisters" ("Cinco hermanos"), más afín a cualquier telenovela suramericana pero estando donde está gracias a la colaboración de actores de alto standing, "Smallville", de la cual ni merecería la pena hablar por ese acercamiento tan chabacano y artificioso del famoso superheroe de la capa roja, o "Numb3rs" que, aunque no duró demasiado, tuvo su pequeño momento de gloria gracias, seguramente, a la producción de los hermanos Scott, que le dió el porte necesario como para ser exportada, pero no como para tener una continuidad en nuestra (pésima) parrilla televisiva.

¿Desde cuando los luchadores de la WWE fueron villanos aptos para Superman?

De todos modos, nada que ver con todo esto tiene uno de los productos más sobrevalorados, repulsivos y mediocres de toda la historia que, desgraciadamente, y pese a estar fechada en el 94, aun pervive en nuestras televisiones como una de esas lacras que nunca termina de ser extirpada. ¿Y todo gracias a qué? A sus inenarrables fans, que sólo entienden la calidad de un producto como el entretenimiento y las risas enlatadas, a ellos les da igual si la serie de marras es de un cinismo deplorable, o si las relaciones entre sus personajes son tan patéticas como superfluas.
Porque no nos engañemos, la serie de la cual hablamos, "Friends", no posee ápice de calidad alguno, pues todo gira entorno a crear tramas y subtramas cuanto más inconcebibles y descabelladas mejor, que acompañen al espectador de modo eficaz, hablándonos sobre la amistad como algo banal e insuficiente, haciendo que sus protagonistas se traten como marionetas todo el tiempo, que todos ellos siempre miren por encima del hombro al de al lado y logrando, en más de una ocasión, que sus arquetípicas características den rienda suelta a un cinismo inefable y estupefactorio.
Y es que, son esos arquetipos precisamente, los que deberían ser extirpados por ser el mal de una serie que intenta arrancar la carcajada desde los defectos de cada uno de sus personajes, con lo que, finalmente, uno se pregunta: ¿Y donde quedan las virtudes? Pues en ningún lugar, aquí todo vale, cualquier carrera hacía lograr un producto afamado y lo más aclamado posible es válida.

Aquí se observa lo que realmente no simboliza la serie: Compañerismo y amistad

Lo peor de todo, sin embargo, no es que usen a sus protagonistas como una mera comparsa para desvelar un humor tan limitado como infantiloide y dantesco, sino que las herramientas de las que se valen, amen de los actores, son empleadas con un desdén increible, haciendo que tanto los diálogos como las situaciones de "Friends" no vayan más allá de la inocente risotada del espectador, pero nunca sabiendo llegar al meollo de la cuestión como es debido y, para qué mentarlo, sacar algún tipo de emoción del respetable.
Sus tramas, además, son desarrolladas y resueltas de un modo penoso, y digo de un modo penoso, porque pensándolo bien nos debería dar pena, que nos vendan una serie como esta llamada "Friends" y que, finalmente, resuelvan sus conflictos de una forma tan nimia y catastrófica como la que aquí nos ofrecen.
En fin, ver para creer.

domingo, 9 de septiembre de 2007

El cine y sus entrañables animalitos

Ya desde sus inicios, el cine de terror siempre ha sido proclive en apadrinar entrañables animalitos para inquietar al respetable, ya fueran más grandes, más simpáticos o más peligrosos.
Así, y si nos remontamos a los albores de la cinematrografía clásica, podemos toparnos con algunos de los primeros que fueron tomados como ejemplos para asustar al espectador, encontrando en este período a personajes que, si bien no fueron propiamente bichos, sí conservan alguna relación directa con ellos, como por ejemplo Dracula (el vampiro en sí), los hombres lobo o algún que otro muerto viviente (los gusanos con los que se hallaban criando malvas), entre otros.
De entre todos ellos, cineastas especializados en el género como Tod Browning o Jacques Tourneur, escogieron a algunos para que protagonizasen sus films, dejando así títulos como "I walked with a zombie" ("Yo anduve con un zombie"), "Dracula" o "Mark of the vampire" ("La marca del vampiro").
Si bien ellos eran algunos de los que mejor se defendían dentro del género, cabría mentar a dos mitos de la epoca como Bela Lugosi o Boris Karloff, el primero principal exponente de todos los ejemplos vampíricos de la epoca, así como protagonista absoluto de la primera película que trató propiamente el tema de los muertos vivientes ("White zombie"), y el segundo más bien unido a figuras como las de Frankenstein o La momia.

Más adelante, en la década de los 50, surgieron cintas que sí tenían una mayor relación con el uso del bicherío para acumular pavor tras las pantallas de cine, apareciendo así piezas como "Tarantula" de Jack Arnold, "The abominable snowman" ("El abominable hombre de las nieves") de Val Guest, "Beast from haunted cave" ("La bestia de la cueva maldita") de Monte Hellman e, incluso, "Godzilla" de Ishirô Honda, sobre el famosísimo monstruo de las costas japonesas.

Tras la inclusión de monstruitos de lo más variopintos, salieron a luz obras que buscaban un enfoque que se alejase de la serie B, como la reconocidísima "The birds" ("Los pájaros") de Alfred Hitchcock o, bastante más adelante, otras obras como "Jaws" ("Tiburón") de Steven Spielberg, que si bien se alejaban del aire desenfadado y entrañable que poseían otras cintas con menos pretensiones, sabían generar el desasosiego necesario ofreciendo momentos de magnífico cine que pasarían a la historia por sus meritos.

Jaws, una de las mejores de Spielberg e inexplicablemente infravalorada

En la década de los 80, y tras explotar la Hammer el filón de esta colección de temibles personajes con alguna relación con determinados animales, aparecieron una serie de cintas que marcarían una generación, y que presentaban una nueva vertiente que se dividía entre bichos venidos del espacio o monstruitos que, debido a sus características, podían tornarse de lo más peligrosos, dejando sagas como "Gremlins" de Joe Dante, "Critters" de Stephen Herek o "Ghoulies" de Luca Bercovici en los máximos exponentes que, sin lugar a dudas, dejarían huella en una generación que ha tenido el placer de seguirlos durante muchos años.
También cabría destacar, la vuelta del lobo u hombre lobo durante esa misma década, con trabajos tales como "The hollowing" ("Aullidos") de Joe Dante (que se erigiría uno de los pesos pesados de la época en cuanto a terror variopinto, dejando alguna otra peli como "Piranha" -"Piraña"-), "An american werewolf in London" ("Un hombre lobo americano en Londres") de John Landis que, hasta hace poco y gracias a la serie "Masters of horror", no ha vuelto a uno de los géneros que le vió nacer, "The company of wolves" ("En compañía de lobos") de Neil Jordan o "Cujo" de Lewis Teague.

Critters, Gremlins y Ghoulies, bicherío suficiente para enganchar a toda una generación

Eso sí, tras citar a los pequeños Critters provinientes del espacio exterior, sería casi un crimen no citar la excelente "Alien" de Ridley Scott, que conocería hasta cuatro secuelas, siendo las más destacables "Aliens" de James Cameron y "Alien 3" de David Fincher, así como también sería algo criminal olvidar a ciertos realizadores tales como Roger Corman (con su "The wasp woman" -"La mujer avispa"-), John Carpenter (destacando "The thing" -"La cosa"- o la infravalorada "John Carpenter's Vampires" -"Vampiros de John Carpenter"-) e, incluso, otros dedicados al tema del muerto viviente como George Romero (cuya saga iniciada con "Night of the living dead" -"La noche de los muertos vivientes"- reivindicaría la aparición de un nuevo zombie, uno que se alimentaba de carne), Sam Raimi (gracias a su divertida trilogía de "The Evil dead" -"Posesión infernal"-) o, incluso, a nivel nacional Amando de Ossorio y su trilogía sobre los Templarios.

En cambio, con la llegada de una nueva era, y debido a la aparición del terror teen, entre otros, casi se habían olvidado ya de los animales que nos vieron crecer, y sólo han surgido ejemplos muy pobres como la "Anaconda" de Lluis Llosa o cosas por el estilo que, además de no aportar demasiado, aun empantanan más el terreno.
Aun y así, y como todo termina volviendo a su cauce, es la interesantísima "Isolation", de origen inglés, la que me obliga a rememorar todas esas viejas cintas donde los bichos tenían su especial aportación, fuesen del espacio exterior, fuesen mitológicos o se encontrasen entre los bosques de cualquier país europeo.

Entre bichos anda el juego: Sean Harris, uno de los protas, hizo de bicho/deforme en "Creep"

En ella, las principales causantes del mal son las vacas, aunque para no asustar a nadie, diré que no tiene absolutamente nada que ver con ese film llamado "Black sheep" ("Ovejas asesinas") donde las ovejas empezaban a comer intestinos por doquier, y las vacas no enloquecen alimentándose de restos humanos. Aquí la cosa es muy distinta, y como estamos en era de nuevas tecnologías, pues todo proviene de la manipulación genética, que nos deja tras tanta experimentación, unos pequeños híbridos que traerán de cabeza a nuestros protagonistas.
La cinta en cuestión, rescata algunas de las cualidades que lanzaron "Alien" de Scott a la fama, y aunque no muestre nada nuevo, como mínimo ofrece una interesante revisión donde el monstruito no es el principal artífice de los quebraderos de cabeza del grupo afectado, sino algunos de ellos mismos son los que propician la desintegración del mismo debido a ciertas consecuencias.

No mentiré, "Isolation" es un trabajo que, prácticamente, carece de acción alguna, es decir, todo lo que en ella es mostrado, se resuelve como una eficaz presentación de personajes, un rápido abordaje al tema principal y ciertas secuencias de conseguida tensión que pueden recordar a multitud de ejercicios de este mismo tipo, siendo la realización de Billy O'Brien uno de los principales ejes que convierte "Isolation" en algo verdaderamente sugestivo, puesto que transforma un guión no demasiado original y donde solamente sobresalen sus guiños cinéfilos, en algo que va más allá, que posee una notable y potente dirección y que incluye ciertas virtudes que pueden hacer de este un ejemplo de terror bien llevado y culminado, aunque puede que más de uno termine aburrido esperando llegar a un campo de mayor acción que la película, afortunadamente, nunca llega a abordar.
Pero, bajo mi opinión, no hay nada malo en ello, pues esta cinta constituye un buen ejemplo que disemina las reacciones humanas ante un problema de tal calado y, finalmente, otorga una resolución mínimamente digna donde, se agradece por lo menos, que el protagonista de la película no sea estrictamente el monstruito de marras, pero que sus apariciones sean curiosas y no esté envuelto de un halo de autoindestructibilidad y sea más vulnerable de lo normal.
Una de esas que el terror necesita de tanto en tanto, con menos alardes en ciertos campos, pero bien resueltos en otros.